Cuando llamaba a los perros sonaba como el cuerno que llevaba colgando a la espalda y que jamás utilizaba, pero más nítidamente, más suave, como si su voz constituyese parte de la oscuridad y el silencio, de los que se deslizase para luego volver a adentrarse en ellos. Ehhhhh EhhhhhEhhhhh. Con alguien tengo que casarme Ha habido muchos Caddy No lo sé demasiados cuidarás de Benjy y de Padre Entonces no sabes de quién es lo sabe él No me toques cuidarás de Benjy y de Padre Antes de llegar al puente comencé a sentir el agua. El puente era de piedra gris, con líquenes, moteado de mansa humedad salpicada de hongos. Bajo su sombra el agua clara y estática susurraba cloqueante centrifugando el cielo en pálidos remolinos en torno a la piedra.